domingo, 25 de noviembre de 2007

Rosa marchita

Aquí otro poema de la saga adolescente sin vida amorosa...

Todos los días, al amanecer,
contempla su foto una vez más
con la esperanza de volverle a ver,
y las lágrimas comienzan a brotar.

Aún conserva esa rosa marchita,
marchita como su corazón;
esa rosa sin vida,
ésa, que él le regaló.

Esto ocurrió una mañana primaveral,
hace ya algunos años:
Ella estaba durmiendo y, al despertar,
él no estaba a su lado.

Y se sintió sola y comenzó a llorar,
y él apareció por la puerta.
Y le dijo: "Ya no llores más;
mi niña, ¿ya estás despierta?

Esta mañana desperté temprano,
pero no te quise molestar,
asi que salí despacio,
pues vi esta rosa brotar.

Y la cogí pensando en ti:
ella es hermosa y es bella;
tú, en aquel jardín,
serías entre rosas una estrella:

Más preciosa que la vida,
más brillante que el amor;
esta rosa sin espinas
es el símbolo de mi corazón.

Cógela ahora si me amas,
guárdala si me aprecias,
consérvala si me estimas
y tírala si me desprecias.

Pero yo ahora he de irme,
pues tengo que trabajar;
no vengas a despedirme,
pronto de vuelta voy a estar."

Pero, desgraciadamente,
su palabra no cumplió.
Desde entonces yace eternamente
donde la carretera se lo llevó.

Por eso ella aún le recuerda,
y le habla a la rosa marchita,
pues en el lugar donde él se encuentra
la escucha, y de impotencia grita.

Más un día ella le oyó
y quiso juntarse con él;
con un cuchillo las venas se cortó
al llegar el anochecer.

La rosa marchita se abrió
como se abre un capullo en primavera,
y un rojo intenso recobró,
y volvió a la vida, tras larga espera.

Ahora que sus corazones
están juntos otra vez,
ahora, ya no hay más razones
para llorar al amanecer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Puff!! así estoy yo, no hago mas que escribir poesias para recordarle y con 26 años, me ayuda a aliviar el llanto